El País, 14 de enero de 2003 LA OCTAVA EDICION DEL FESTIVAL "JAZZ EN EL TAMBO" SE REALIZO CON UNA EXCEPCIONAL PRESENCIA DE PUBLICO Un momento para el regocijo La fiesta tuvo en la diversidad de estilos musicales al sustituto de las grandes personalidades |
El domingo finalizó el VIII Festival Internacional de Jazz de Lapataia en Punta del Este, que como para confirmar el notable momento por el que está atravesando el jazz, en materia de audiencia, marcó un verdadero hito al llenar completamente el anfiteatro durante las últimas dos noches. Para quienes valoran este festival como uno de los aportes más relevantes que desde el ámbito privado se hace a la cultura uruguaya, observar un marco de público tan bueno fue un motivo extra de regocijo. Porque quizás muchos no sepan que debido a la difícil situación por la que atraviesa la organización del festival, la realización de esta octava edición estuvo en duda. De ahí que si un entendido comparaba en lo previo el festival que acaba de finalizar con los cuatro o cinco que le antecedieron, veía claramente que las grandes figuras extranjeras que llegarían no eran tantas ni tan deslumbrantes. Claro que no es poca cosa haber reunido en un escenario uruguayo y en este momento a unos veinte músicos de primera línea que residen en Estados Unidos. Más si entre ellos están Paquito D'Rivera, Chico Freeman, Dave Samuels, Romero Lubambo o César Camargo Mariano. Aunque es entendible que algunos de los fanáticos que no se han perdido ningún festival hayan sentido nostalgia por aquellos (sin ir más lejos el anterior) con monstruos sagrados y leyendas del jazz al por mayor. Mirado desde la realidad regional aquello parece ahora un producto de la fantasía. Entre los jazzófilos todos los comentarios eran positivos, y más luego de la respuesta del público: porque uno de los efectos más importantes de la notable concurrencia es que desde ya puede afirmarse que habrá un festival número nueve. Así lo reconocieron con emoción Paquito D'Rivera, coordinador artístico del evento, y Francisco Yobino, el dueño de Lapataia y alma mater del festival. Ahora bien, sin intención de incursionar en la sociología, la enorme asistencia de público durante los tres días del festival abre ciertas interrogantes a la vez que las contesta parcialmente. ¿Es que en momentos de crisis la gente se refugia en la cultura? ¿En qué medida incidió la sustancial rebaja en el precio de las entradas? ¿Es que el jazz ha ganado adeptos de manera notoria por estas latitudes? VARIEDAD. Desde el punto de vista musical la característica sobresaliente del octavo "Jazz en el Tambo" fue la diversidad de las propuestas y el poco jazz de pura cepa. Repasando rápidamente los ocho grupos que se presentaron en el hermoso escenario campestre, se cae en la cuenta de que increíblemente, fue el cuarteto del contrabajista uruguayo Popo Romano el ensamble que tocó más composiciones jazzísticas. Porque la propuesta de Chico Freeman estuvo jugada al flamenco, la del quinteto de Paquito D'Rivera incursionó básicamente en los ritmos afrocaribeños, el dúo Camargo Mariano-Romero Lubambo y la banda de la cantante Maucha Adnet hicieron bossa nova, samba, choro, etcétera; y el New Tango Quartet de Pablo Ziegler, como su nombre lo dice, tocó tango piazzollano. Pero claro, esta paleta de ritmos que desde hace tiempo se asocian al lenguaje del jazz hablan de la realidad de un género que como lo expresó Paquito en una de sus tantas intervenciones como presentador, "es actualmente imposible de definir, cosa que no sucedía hace 40 años. Hoy se parece menos a un estilo que a un lenguaje en el que se puede ‘traducir' cualquier tipo de música. De todas formas, en la evolución histórica del jazz de las últimas décadas, luego del Bebop de los 50 y del Free Jazz de los 60 apareció una última novedad: la fusión del jazz con los ritmos precedentes del Caribe. Se le llamó Latin Jazz y con el paso del tiempo ese nombre fue recibiendo bajo su égida otras expresiones musicales que nada tenían que ver con el Caribe, como el tango, el folclore sudamericano de raíz indígena, etcétera. Y hasta la fusión de bossa nova con jazz, el "brazilian jazz", es ahora metido en la bolsa de lo latino. Aunque pueda resultar extraño para más de un lector no cercano a estos temas, el foco de gestación y lanzamiento de esta corriente de jazz iberoamericano (hay que incluir al flamenco) es la ciudad de Nueva York, una megalópolis en donde conviven cientos de tradiciones culturales de diversos orígenes. Por eso la mayoría de los músicos que dieron brillo e hicieron posible este Lapataia 2003 provenían de la Gran Manzana, aunque no fueran oriundos de ella. La cantante chilena Claudia Acuña, la brasileña Maucha Adnet, los argentinos Darío Eskenazi y Diego Urcola, la puertorriqueña Brenda Feliciano, el cubano Paquito D'Rivera, los brasileños Camargo Mariano y Romero Lubambo, y los cuatro integrantes argentinos del New Tango Quintet residen en Nueva York o en su área metropolitana. A propósito, es posible que precisamente el hecho de haber contado con tal variedad de propuestas estéticas haya sido otra de las claves del rotundo éxito del VIII Festival de Lapataia.Por Eduardo Roland |