Joe Lovano estrenó en el Este su título de mejor músico de jazz Foto: Sergio Llamera

PUNTA DEL ESTE.- Como si el jazz se alimentara con los obstáculos, esta primera jornada del VII Festival Internacional de Jazz de Punta del Este, que corrió el riesgo de no realizarse, tuvo momentos brillantes. La actuación del trío del saxofonista Joe Lovano fue sencillamente demoledora; el show de la brasileña Rosa Passos tuvo calidez y buen gusto, y la presentación del grupo del pianista uruguayo José Reinoso con el saxofonista Ricardo Cavalli mostró el fuerte potencial de este grupo de inquietos músicos con mucho futuro. El tiempo acompañó y la tranquila tarde esteña se puso de acuerdo con la música para brindar un show especial.

Vayamos por partes: Lovano llegó a Punta del Este para estrenar el merecido título que le dieron las revistas especializadas: "Mejor músico de jazz y saxofonista tenor". Bien, lo es. Su concierto tuvo un equilibrado crescendo, con una sección rítmica inmejorable (Cameron Brown en contrabajo e Idris Muhammed en batería). Consiguió un grado de expresividad altísimo con su trío sin piano, es decir, de un sonido liviano, aéreo. Como dice Paquito D«Rivera: "Tocar sin piano es otro deporte".

Lovano es un músico que logra mantener en contacto la mente y el corazón. Hace frases muy desarrolladas, pero tocadas con calor, con prestancia y sin perder feeling. Mientras que Brown e Idris sostenían esos hermosos diálogos que parecen surgir del ambiente bucólico que rodea el escenario del tambo de Lapataia, el saxofonista comenzó con una frase relajada, un swing ligero que se vuelve cada vez más enérgico. Su paleta de sonidos está repleta de colores. En su solo (al no haber piano, no hay descanso), mantiene algunas referencias modales; crea bloques de notas cortadas abruptamente para dejar al descubierto la riqueza de sus acompañantes, que modelan un ritmo palpitante, sin estridencias: estamos escuchando buen jazz.

La balada que sigue, "Fascination", habla del modo que tiene este trío para mostrar la diferencia entre el amor y el romance. El saxo de Lovano no cae en lugares comunes. Así como cada día puede ser una verdadera aventura, así son los solos de este genial músico. Valiente y temerario, conserva siempre la protección de su dúo rítmico ideal. Brown es un bajista de la vieja escuela; es decir, dueño del ritmo. Le gusta marcar, sin exhibicionismo. Su sonido es profundo y ágil. Idris es un caso aparte: se viste de manera llamativa y toca increíblemente suelto. No se podría decir que es un baterista técnico, pero tiene un don: la creatividad asociada al buen gusto.

Para el final de la actuación, sube un pianista de probada sutileza, Kenny Werner, para hacer el tema de Coltrane "Lonnie´s lament", un hardbop de 16 compases duplicados. Werner establece con su solo introductorio ciertos parámetros que una y otra vez atacará Lovano. Su coro duró 64 compases, con ideas que parecían surgir de algún lugar lejano, ya que no se percibía que el músico estuviera allí: sólo su sonido quebraba el silencio, con una sección rítmica que por momentos ingresaba en la polirritmia y enriquecía el trabajo de Lovano.

La calidez de Passos

Rosa Passos es una cantante brasileña poco conocida aún. Aquí se presentó con un trío formado por Darío Eskenazi en piano, Oscar Stagnaro en bajo y Mike Walker en batería. Es decir, con músicos de jazz. Su show mostró a una cantante de hermoso tono, pequeño, íntimo, cálido, con cierta lejana alegría. Esta morena es, sin duda, una de las más interesantes cantantes que han surgido últimamente en Brasil, y su voz logra transmitir el cambiante mundo de la música popular brasileña. Ciertamente, hará algunos clásicos tratados con un suavísimo toque standard. Por ejemplo, se apoya más en las sílabas que en los tiempos del compás, gusta de cambiar la métrica de los versos, cuando improvisa modifica la melodía y crea con eso un bello contraste.

Passos tiene encanto, como su música. Paso a paso va creando una atmósfera introspectiva. Su modo de interpretar está basado en los climas que maneja con soltura, aunque se la ve algo nerviosa en este ambiente jazzístico.

Su voz cobra calor y el show se pone intenso, aunque nos deja con las ganas de su interesante versión de "Aguas de marzo", que hace como un samba después, al repetir su presentación.

Cavalli al frente

La apertura del festival tuvo a tres argentinos junto a José Reinoso como protagonistas, lo cual habla del interesante momento de nuestro jazz: el saxo tenor Cavalli, el contrabajista Horacio Fumero y el baterista Oscar Giunta.

El grupo hará música de este lado del mundo. Comienza con "Samba de aviao", con arreglos jazzísticos, pero manteniendo la riqueza melódica del tema original. Toda la primera parte suena muy arreglada hasta que llega el solo de Cavalli, que se despega, sin perder relación con el tema original, con un ataque que recorre escalas a velocidad. El tempo de Fumero-Giunta hace un suave colchón rítmico embellecido por los feed chords de Reinoso, un excelente pianista y buen arreglador.

Con "Maturana" el grupo muestra que está a punto. La introducción del contrabajista es hermosa. Elige comenzar con la frase para terminar con rasgueo folklórico. Luego un tema de Chico Buarque, "Atras da porta", con un arreglo que realza la composición armónica. Los solos de Cavalli despertaron los primeros aplausos del festival. Sólido, tanto como Oscar Giunta, cuyo solo de batería fue una pieza de colección, este saxofonista demostró ser un músico lírico, de sonoridad contenida y de una enorme facilidad para reinventar frases.

Una primera jornada exquisita por su variedad y calidad, algo que ya es común en el escenario de Lapataia.

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