La Nación, 24 de enero de 2004 | Publicado en edición impresa |
or César Pradines Para LA NACION |
PUNTA DEL ESTE.- Se aguó en la noche del sábado la imperdible fiesta del jazz que, año tras año, desde hace nueve, tiene lugar en el tambo "El Sosiego", Lapataia, en el mismo lugar donde se hace el dulce de leche y se comen los panqueques más ricos de Punta del Este, a un par de kilómetros de Punta Ballenas, por el camino de las chacras. El cielo se presentaba amenazante, pero no más que en las jornadas anteriores y todos hicieron como que no pasaba nada, alentados por una temperatura más que ideal mientras la noche comenzaba a caer lentamente sobre el establecimiento rural. Así, cerca de mil personas, en el auditorio al aire libre, muy cerca de donde pastan cabras y vacas, se dispusieron a gozar del Trio Da Paz, que honra al jazz con toques claramente brasileños, aportando desde lo armónico y lo rítmico y, especialmente, desde una muy inspirada improvisación. Con la contundente guitarra de Romero Lubambo, hicieron un ecléctico repertorio que incluyó temas de algunos "próceres" de la música del vecino país, como Carlos Jobim. Tampoco se quedaron atrás, acompañando con idéntico nivel, el contrabajista Nilson Matta y el baterista y percusionista Duduka da Fonseca. Juntos desde 1990, son reconocidos internacionalmente, han grabado varios discos, el más reciente de los cuales es "Café", que cuenta con las participaciones especiales de César Camargo Mariano, Dianne Reeves y Joe Lovano. Si el público presente -desde muy chiquititos a ancianos con bastón y verdaderos fans que grababan con sus camaritas a tiempo completo el recital- festejaban, aplaudiendo en medio de los temas en los momentos de mayor vuelo musical del grupo, el clímax llegó cuando se acopló al trío el arpista colombiano Edmar Castañeda. Para quienes no lo conocían, resultó curioso ver cómo se las arreglaba con un instrumento tan aparentemente poco afín al jazz. Castañeda, quien está radicado en los Estados Unidos desde 1995, sorprendió a todos y su arpa, claro, tuvo el sonido de los ángeles, ejecutado con tal energía y audacia que arrancó los primeros bravos de la noche y aplausos de pie. Cultor del latin jazz, Castañeda demostró la versatilidad de su instrumento interpretando en forma simultánea bajos, melodías y solos, toda una orquesta en sí mismo, con el sonido tan particular de las cuerdas del arpa. El bis se impuso naturalmente cuando, además, ya el legendario Paquito D´Rivera sumó su clarinete y su swing a una velada que hasta entonces se presentaba inmejorable. Y se vino la lluvia En el intermedio, cuando frente a un puesto de choripanes se formaba una larga fila, cayeron las primeras gotas que en minutos se convirtieron en verdadero tormentón. El desbande fue total, con gente empapada que buscaba sus autos en medio de las tinieblas del estacionamiento. Descargado el cielo esteño, el sol renació con todas sus fuerzas en la jornada dominical y los platos fuertes de la noche anterior, que habían quedado sin servir -el Kenny Werner Trio, Chris Potter y James Carter- compitieron, a primera hora de la mañana, con igual brillo. El Festival Internacional de Jazz, que organiza Francisco Yobino, cerraba anoche su novena edición con el bajista uruguayo Popo Romano, el vibrafonista Dave Samuels, el baterista Andy Narell, el grupo vocal The New York Voices y el quinteto de Paquito D´Rivera. El Tambo El Sosiego lograba, una vez más, de esta manera, ponerle un rasgo de distinción a esta temporada esteña que ya pinta ser una de las mejores de los últimos años.
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